La esfera

Colette Soler proponía, en una entrevista en Buenos Aires en 2017, que el psicoanálisis es heredero de los derechos humanos, en tanto éste no sería practicable dentro de las coordenadas del autoritarismo (Soler, 2017).

Es en esa vía que Jacques Lacan parece haber tomado posición hacia el lugar y función de la política no solo para la posibilidad de un psicoanálisis sino para el sostén de la vida en la polis; tal vez por los efectos que tuvieron en él el auge del nazismo y el despliegue de la muerte y la guerra en Europa, en esos trece años de silencio en su producción que nos siguen resonando.

Para hacer jugar esa función parece apoyarse no tanto en Aristóteles como sí en la descripción del téorico de la guerra, Karl Von Clausewitz (2013, 278). Este general prusiano señala entre los secretos de la guerra, el valor de la política como herramienta capaz de mantener la paz entre los estados, y cómo, con el fracaso de esta, se da paso a la guerra como otra de las formas de su acción. Lo simbólico naufraga para metaforizar lo real.  

De allí Lacan obtiene el trío lógico de Política, estrategia y táctica con el que ordenará la dirección de la cura a partir de 1953. Pero con “el inconsciente es la política” (Lacan, 1967), un poco posterior, no solo deja situada a la política en el centro de la experiencia del sujeto de deseo, sino que puntúa de modo invertido para que no se confunda con que la política es el Inconsciente. Deja así una vía posible –aún cuando no cree en el progreso- para salir de la impotencia de una repetición sin salida que haría de toda política una manifestación de los fantasmas individuales inconscientes.

A ese inconsciente como “huella y camino” de toda política, Lacan no lo esteriliza de los efectos sociales. Con los pasos freudianos que elevan toda psicología individual a psicología social, Lacan intenta leer el fenómeno de masa que estructura las relaciones sociales de la época, con sus efectos en el modo en que las sociedades y los estados deciden la distribución y el ejercicio del poder. Es que el inconsciente como discurso que falta a la disposición del sujeto, sólo puede ser “transindividual” (Lacan, 2000, 248), por lo que desconocer la influencia de los fenómenos de masa en los procesos de identificación, nos arrojaría fuera de la práctica del psicoanálisis.

La primacía de la segregación como ordenamiento de los lazos sociales que da contexto a nuestra práctica del psicoanálisis, es la interpretación que Lacan nos deja y que colabora en situar el peligroso lugar de desecho que por estructura le aguarda al parlêtre de hoy para intentar subjetivarse. Desecho segregado por los efectos de la incidencia de la ciencia en la multiplicación de la plusvalía y su consecuente distribución de los lazos sociales que a ella convienen. Anotamos en esa incidencia, la ruptura epistémica del surgimiento de la era digital y sus efectos en la subjetividad devenida ella misma mercancía extraída, como un recurso más de las estrategias extractivistas que los “mercados comunes” (Lacan, 2012, 276) comercian hoy gracias a la inteligencia artificial.

Así, el nuevo hábitat en que se transformó el ciberespacio -junto a los mejor designados por Eric Sadin “dispositivos de interferencia” en lugar de ‘redes sociales-, han ido generando progresivamente la sensación de suficiencia individual para el acceso al mundo escapando del anonimato. Sensación en la que queda elidido, lo que justamente esa operación profundiza, que propongo leer como empuje a la autosegregación.

La expulsión que el Yo placer intenta para su purificación de lo éxtimo devenido extraño que se odia, continúa participando como mecanismo de la segregación, pero mostrando hoy un viraje en el que los individuos parecen tomar a su cargo su propia exclusión sosteniendo este actual y paradójico “estado de aislamiento colectivo”: el estar conectados no al mundo, sino a las plataformas de las empresas y aislados unos de otros entre sí.

Autores lúcidos como Eric Sadin o Franco Berardi, se encuentran investigando lo que llaman una “esferización” de la subjetividad (Sadin, 2022, 127-134)  o un “paisaje mental autista” de la “psicoesfera” (Berardi, 2022,  97-102), que nos permite situar algo que Freud no habría podido entrever al desarrollar su “Massenpsychologie”, o simplemente porque no era un fenómeno intrínseco a la subjetividad de su época. Tal vez más aristotélico allí, Freud planteaba: “Esto nos predispone a admitir el enunciado de que la sugestión (más correctamente, la sugestionabilidad) sería un fenómeno primordial no susceptible de ulterior reducción, un hecho básico de la vida anímica de los seres humanos” (Freud, 1979, 83-84). Hoy, la epidemialización de los fenómenos autistas, nos deja escuchar esta particular respuesta del parlêtre rechazando la empatía y negado a ser sugestionado por sus semejantes. Hay numerosos testimonios de posautistas que aclaran que no es que no quieran vincularse con otros, sino que no saben cómo hacerlo.

Lacan, avanzado ya en 1976 en su investigación nodal de la identificación y del cuerpo, hablará de la tendencia a la “esphere” (Lacan, 1976) propia del parlêtre, que se hace la idea, se cree una bola cuando en verdad su estructura es tórica. Es esa misma tendencia la que encontramos afirmada hoy en el mundo global Tik-tok que comunica con breves imágenes donde se vuelve difícil o indiferente la referencia al Otro o, el soliloquio de Twitter, que permite escribir y comunicarse sin el reaseguro de quién lee o quien responde.  “Qué es hablar?” pregunta Lacan en el seminario 3 sobre Las psicosis, invocando la necesidad del anudamiento al Otro simbólico para que el mensaje pueda ser leído y llegar a destino. 


La deserción y los partidos del psicoanálisis.

La esferización se presenta en otra cara de la misma superficie. Aparece como estado de renuncia al mundo y refugio hacia el interior que junto a la respuesta autista, podría leerse en el alarmante crecimiento de suicidios en el mundo –en especial en los adolescentes y jóvenes- en los últimos treinta años; el aumento de la estadística de deprimidos que le cuesta anualmente al capital la ausencia de los trabajadores de sus puestos de trabajo; la renuncia masiva a los empleos luego de la finalización de la pandemia durante 2021 y recientemente la deserción masiva de soldados rusos del frente de la guerra con Ucrania (2022).

En el mismo efecto habría que sumar el desprestigio en aumento de ‘la política’ como un mal del que sería mejor apartarse, como un sentido común generalizado de las actuales sociedades de tradición democrática. Una caída de la creencia en los partidos políticos en su capacidad de representatividad de las aspiraciones y necesidades colectivas, inclina el rumbo hacia el crecimiento de adeptos a propuestas autoritarias supuestamente capaces de luchar por la ‘libertad’ y los derechos de los individuos. En las plataformas con propuestas ‘libertarias’, encontramos que la garantía de esa libertad, incluye el derecho a portar armas, dar a las transparentes y bienintencionadas empresas la independencia necesaria para regular las condiciones del empleo, recortando la injerencia de los sindicatos y de los partidos políticos, fuentes de corrupción.

La multitud en la época, parece tender a ese hacer “masa de a dos” (Freud, 1979, 108) en una hipnosis de esferización que el hábitat de las pantallas provee; es un goce que promete dando consistencia al creernos esferas individuales donde el Yo y el ideal del Yo por momentos coincide purificado; esferas aisladas en lugar de cuerpos anudados a otros cuerpos, por el agujero del Otro que nos dividide. Decimos empuje a la autosegregación, porque si con Lacan lo entendemos como un fenómeno de estructura[1], el crecimiento comercial de empresas de tecnología digital se ha basado en el regalo ‘gratuito’ de los “dispositivos de interferencia” -y no redes sociales- (Sadin, 2022, 135-149) para que nos quedemos en casa a expresarnos ingenua y libremente.

El riesgo no está hoy fuera de la formación de los analistas: la virtualidad como hábitat, parece conformarnos también cuando muchos han decidido desertar de los consultorios físicos aun cuando la práctica del psicoanálisis por teléfono o por video está en sus comienzos. Cuando teorizar cómo entra el cuerpo al análisis todavía es un problema epistémico que requerirá su diacronía.

El inconsciente es la política del psicoanálisis, en tanto siendo el centro del ser deseante, es lo que del discurso falta a la disposición del sujeto. El deseo inconsciente que trae conflicto, que es ese inaprensible sentido que da consistencia a la vida, pero que divide al yo cuando éste lo traiciona o lo abandona. Por eso su política es capaz de reencausar el goce al deseo, en tanto su deseo causa y aloja a los sujetos partidos que intentan renegar de su división enfermando.


El amor es la estrategia

Si el inconsciente es la política, el amor es la estrategia.

El amor de transferencia es lo que el deseo del analista suele causar cuando pone a jugar el centro que le da su consistencia: no solo su función de no saber que alberga a la división tras la demanda, sino por su saber hacer particular con la falta que su propio análisis le ha donado.

El deseo del analista se ubica en torno a la posición de Sócrates con respecto al saber, que dice no saber nada, salvo reconocer qué es el amor. Para Lacan, el analista se reconoce por su función de agujero de no saber, pero sobre todo por su hacer con eso que sí debe saber: esa “nada” que Sócrates reintegrará allí donde Alcibíades depositaba el ágalma: “esta es la cubierta con la que está envuelto por fuera, como un sileno esculpido, pero el interior, cuando se abre…”. Alcibíades en el Banquete. (Platón, 2015, 114)  

Ese saber hacer causa al amor de transferencia para separar el ideal y reintegrarlo al deseo, es la invitación del lazo del psicoanálisis que se propone como envés del discurso del amo y también del discurso capitalista, acostumbrado a forcluir las cuestiones del amor.


Transferencia e instauración de un borde en la respuesta del autista.

Hablar de transferencia se vuelve urgente, cuando se escuchan esfuerzos por biologizar o psicopatologizar las coordenadas de la respuesta autista del parlêtre: ese sujeto más bien verboso que es el autista al decir de Lacan.

“En el comienzo de un psicoanálisis está la transferencia” (Lacan, 2012, 261) -dirá Lacan en la “Proposición...”- y nos sirve recordarlo también en esta clínica particular, cuando la vemos desempeñar su crucial papel en la salida del encierro autista, propiciando el acto de enlace posible, al Otro simbólico y al propio cuerpo. La transferencia al comienzo también, porque cuando se puede localizar su caída en los tempranos tiempos de constitución subjetiva, obliga al sujeto a esa defensa masiva, a esa condena a vivir en lo real que es el encierro en la esfera autista.

Hablaré de VIDA ANIMADA: un documental producido por Disney, que testimonia sobre la vida de Owen - un joven y su familia-, y sobre el camino que encontraron para que éste lograra tomar su palabra de sujeto.  Cuando a sus 3 años enmudeció y se desconectó y el diagnóstico de autismo cerró los caminos, los padres quedaron devastados. No solo la transferencia del niño hacia ellos cayó, sino que frente a la descripción biologicista del hijo que les esperaba, la transferencia de los padres hacia él, también se desorientó. Nada podía hacerse, salvo, descubren, ver películas de Disney. Allí al menos, lo observan feliz. Después de un largo año de mutismo y aislamiento algo se conmociona: corriendo alrededor de la pantalla de video, Owen repite algo ininteligible.  La mamá interpreta “¿juice?”  y le alcanza un vaso de jugo que Owen desestima. Continúa repitiendo eso inentendible y rebobinando el video diciendo ‘yusover, yusover, yusover’. Owen rebobina la escena del famoso film “La sirenita” donde la bruja exige lo prometido a cambio de convertirla en humana. Pero allí, la madre escucha y exclama “es just! no juice!”, al entender el pedido que la bruja vocifera: “¡ just your voice” ! en español algo así como “sólo tu voz!”

El papá toma a Owen de los brazos y mirándolo a los ojos le dice: “just your voice” y Owen repitiendo la frase, mira a su papá por primera vez en un año.

“Él sigue ahí!!” -se alienta a sí mismo el padre- mostrando que la transferencia hacia el niño, es decir la suposición de un sujeto de deseo tras lo que se dice- había tambaleado.  Pero así como surge, esa transferencia no logra sostenerse pues acuden al pediatra neurólogo, quien –con la autoridad del que sabe- les explica que eso es sólo “ecolalia, repetición sin intencionalidad subjetiva”.

"¿Cómo un loro?”, preguntará el padre.

-“Algo así”, recibirá por respuesta.

La invitación del discurso biologicista es, al desierto de lo real... En su lugar la invitación podría haber sido a proseguir el juego para intentar restituir la función simbólica del Otro: ¿¡Dónde está esa bruja que quiere robarle la voz a Owen!?, por ejemplo.  Pero los terapeutas que lo atienden creen que habla tonterías y los médicos, que habla como un animal. Es así que vuelve el mutismo, con un Owen igual de aislado y silencioso, sólo interesado por las películas y la iconografía de Disney que sus padres sostienen para él.  Luego de cuatro años algo acontece: observa a su hermano un poco mayor, entristecido en silencio por el final de su fiesta de cumpleaños. Se acerca a sus padres interpelándolos con la mirada y sorpresivamente les comunica: “él está así porque es como Peter Pan, no quiere crecer”. Hecho que deja a los padres sin palabras, pero ante lo cual, esta vez el papá se autoriza. Llega al cuarto donde Owen sentado hojea un libro de Disney y una intuición lo orienta. Tomando su títere preferido –justamente el loro del Capitán Garfio que estaba allí- le habla prestando su voz desde la ficción del personaje. Le dice al niño:

P:-¿Cómo te sientes? 

O:-Mal porque no tengo amigos. 

P:-(Se exige: ¡mantente en el personaje! y prosigue) A ver! cuándo nos convertimos tú y yo en tan buenos amigos?

O:- Cuando vi Aladino me hiciste reír. Y agrega con la voz del capitán Garfio: “Me encanta como funciona tu pequeña mente retorcida”...

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Jusover, jusover” es su primer intento de “elucubración de saber sobre lalengua” (Lacan, 1981); un intento de recortarse de su enjambre, de extraer la letra que nombra el goce de la voz perdida. Si bien ocurre en la vecindad de la presencia del Otro que comportan sus padres, aún no hay nacimiento del Otro simbólico al cual llamar.

En la segunda vuelta a sus 8 años en cambio, un particular llamado al Otro se produce. Esta función propia del lenguaje, llega por la angustia experimentada en el lugar del otro imaginario -su hermano triste-, borde soportable de un agujero donde anudar de otro modo lo Real.  Así, desde los personajes de las películas que soportan la consistencia de su cuerpo en la expresión de los afectos, Owen podrá comenzar a hablar al Otro. Mediación viable con lo imaginario no advenido en el origen, que lo dejó sumido en el enjambre de lalengua.   Owen dirá ya como adulto: “No entendía lo que la gente decía, hablaban embarulladamente”. La transferencia de los padres hacia el niño vuelve a sostenerse a partir de allí, descifrando y aceptando las coordenadas en las que el parlêtre puede tomar su palabra de sujeto.

No parece entonces un oxímoron, hablar de transferencia en el autismo y de su lazo de amor, como proponemos localizarlo, pues encontramos sujetos que se anudan al deseo del analista, para comenzar a jugar y a tejer allí la vivificación de su mirada, pero sobre todo la vivificación de la existencia en el lazo del llamado al Otro.

¿Por qué el deseo del analista puede propiciar ese nudo? A partir de Lacan la propuesta al analista de niños, es la de una escucha bifronte (Lacan, 2012, 393) entre los síntomas del niño y la demanda de los padres, para poder oponerse allí donde es “el cuerpo del niño el que responde al objeto a” (Lacan, 1968, 388). Se ubica allí para dejar vacante un lugar para el sujeto, con su oferta que se sostiene tóricamente en un triple movimiento: en lo (S) al alojar la repetición idéntica con la suposición de un sujeto (humano) que trabaja con el impacto de lalengua sobre sí. En lo (R) en tanto se interesssa -con su agujero de la función de no-saber, en los bordes de la creación singular del sujeto con la pulsión. En lo (I) al semblantear arropado en la vestimenta del juego -con el afecto de satisfacción de lo lúdico que es heredero ineludible de su propio análisis.

A quien llamaré Iván, con sus apenas 3 años los diagnósticos médicos habían reforzado la caída transferencial entre el niño y sus padres. No ahogaron sin embargo la búsqueda de un analista frente a terapias que no detenían la agudización de los síntomas: sin mirar ni hablar, atacado por insomnio y episodios incontenibles de aullidos o de tirarse de alturas peligrosas, Iván repetirá sus series en el consultorio de espaldas a mí.

A una de ellas, prender y apagar la luz, la acompaño en una ocasión con un “ahora estoy, ahora no estoy”, hecho que responde mirándome fugazmente por primera vez y esbozando una sonrisa. ¿Resonancia de un sujeto producido en el equívoco de la reiteración? ¿Efecto de interesarse, de pregunta, allí donde un Otro agujereado pudo ser semblanteado?

Tejiendo el tiempo con pequeñas apuestas lúdicas, Iván se alegra de venir a las sesiones –dicen los papás luego de un tiempo- y a lo largo de dos años va trenzando el lazo con los otros, con su cuerpo y con la palabra de llamado. Tres años después de aquel comienzo -desde su casa debido a las separaciones de los tiempos de pandemia-, pinta un árbol con moras en un territorio de colores y espacios diferenciados. Mirando a su mamá le dice: “es para Laura”. Carta de amor transferencial, que recorta la mediación de un imaginario con el cual ahora se anuda mejor al Otro.

Partidos por el amor al Otro…una salida al cinismo o al autismo al que parece empujarnos la época.

 

Referencias Bibliográficas

-Berardi, F (2022). El tercer inconsciente, Editorial Caja negra, Buenos Aires.

(2013) De la guerra (1831). Editorial Distal, Buenos Aires.

-Diario El mundo. (2022) (7 de mayo de 2022)  www.elmundo.es

-Freud, S.(1979) “Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921) en Tomo XVIII. Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires.

-Lacan, J. 1976-77. Seminario 24 inédito. L’insu que sait de l’une bevue saile à mourre, Clases del 16 de noviembre y del 14 de diciembre de1976. Versión de Ricardo Rodriguez Ponte.

-Lacan, J. (1981) El Seminario 20: Aun. 1972-73, Editorial Paidós, Buenos Aires. Clases VII a XI.

-Lacan, J (2000) “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”(1953), Escritos 1, Editorial Siglo XXI.

-Lacan, J. (2012) “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista.” En Otros Escritos, editorial Paidós, Buenos Aires.

-Lacan, J. (2012) Alocución sobre las psicosis del niño (1968). En Otros Escritos, editorial Paidós, Buenos Aires.

-Platón. (2015) El Banquete, Centro Editor de Cultura, Buenos Aires.

-Sadin, E (2022) La era del individuo tirano, Editorial Caja negra. Buenos Aires.

-Soler, C (2017) (20 de octubre de 2017) “El psicoanálisis es el heredero de los derechos humanos”. Diario Página 12. Buenos Aires. www.pagina12.com.ar

- VIDA ANIMADA. (2016) Film documental, Disney, EEUU.



[1] Segregación: estructural a la conformación de las sociedades humanas, Freud fue el primero en ubicar al crimen como antecedente del pacto fraterno con el mito de la sustitución del jefe de la horda.



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