La expresión “sujeto” no es privativa del psicoanálisis, pero sí la concepción que este tiene de ella. Es un término empleado por todas las disciplinas humanas con un lugar acorde a los fines que persigue. Esta noción determina la clínica que hacemos; por ello es necesario precisar el contenido de lo que nombramos en el psicoanálisis lacaniano como sujeto.

En los Inicios la Intersubjetividad

Al inicio, Lacan se refiere al sujeto como una entidad psicológica que habla, piensa, reconstruye el pasado. Es un contenedor de un yo, un superyó y un ello, pulsiones y resistencias.  Pero la introducción del esquema óptico (1953-1954, p. 212 y ss.) sitúa un sujeto en dependencia de la imagen del Otro para la constitución de sus identificaciones y su narcisismo, con las determinaciones corporales que se desprenden de ahí. El esquema L (1954-1955, p. 365) entrecruzará lo imaginario de las identificaciones y lo simbólico del Otro. Es en Subversión del sujeto y dialéctica del deseo (1960), donde Lacan, inspirado en Freud, revela su intención de buscar una especificidad al sujeto de su interés. Marca distancia con el sujeto de Hegel, el Selbstbewusstsein, el ser de sí consciente, donde el saber absoluto se constituye en “la conjunción de lo simbólico con un real del que ya no hay nada que esperar” (1960, p. 759). Saber absoluto imposible para el psicoanálisis puesto que este considera lo Real como el punto de fuga que orienta su experiencia, mientras que en Hegel “La astucia de la razón (lo que) quiere decir que el sujeto desde el origen y hasta el final sabe lo que quiere” (1960, p. 763). O, dicho de otra manera, que Hegel suspende “el saber del malestar en la civilización” (1960, p. 760) entendido como aquello que separa al sujeto del sexo. Desde Freud sabemos que el saber absoluto sobre el deseo es imposible por ser el deseo, si bien articulado, inarticulable.

Lacan se ve movido a escribir este texto por un abuso en la transmisión de la teoría que no carece de peligro para la praxis. Lo que implica que teoría y práctica van absolutamente articulados, es decir, toda clínica se sustenta de una teoría específica. También lo escribe para diferenciar su sujeto del sujeto psicológico, pensado como una unidad al que va a oponer la división de este, entre sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación. Así mismo, se separa de cualquier idea de arquetipo o de un sujeto en escala superior de la evolución. Partirá entonces, no de un inconsciente entendido por oposición a la conciencia sino, como encadenamiento significante que se repite e insiste (1960).

Más cercano a la lingüística en ese entonces, Lacan dice: “Una vez reconocida en el inconsciente la estructura del lenguaje, ¿qué clase de sujeto podemos concebirle?” (1960, p. 761). Y procederá a hablar del sujeto de la enunciación indicado como el shifter (Je) que designa a quien habla pero que no logra significar al sujeto de la enunciación. Primer descentramiento del sujeto, porque está separado de lo que lo enuncia. Un sujeto en fading desaparecido detrás del significante.

Sujeto del deseo

El grafo del deseo (1960, p. 777) permite la escritura del sujeto dividido entre enunciado y enunciación, entre lo que dice y lo que dice más allá de eso dicho; un sujeto efecto del deseo del Otro que implica la alienación a una imagen y a los significantes del Otro en la búsqueda de su ser. Necesidad, demanda y deseo se articulan allí por los desfiladeros del significante, para producir respuestas con el fantasma y el síntoma, ante la falta constitutiva ese Otro, que Lacan escribe.

El sujeto que el grafo sitúa es efecto del lenguaje que introduce una pérdida, marca indeleble que origina el deseo, lo que lleva a una concepción del inconsciente estructurado como un lenguaje. De esta manera, la clínica se orienta exclusivamente por lo que compete al deseo y su energía, la libido. La interpretación apunta al desciframiento de una verdad oculta, a la búsqueda de los significantes con los cuales el sujeto se hace representar y las identificaciones originarias a partir de las cuales ha constituido su yo y su identidad.

El grafo del deseo da cuenta de una subjetividad efecto de “la captura del hombre dentro de lo constituyente de la cadena significante”, que introduce “su dependencia fundamental respecto del lenguaje” (1958-1959, p. 19). Es decir, no hay sujeto sin lenguaje, por eso se define a partir del significante así: “un significante representa un sujeto para otro significante” (1962, p. 799) y que podemos escribir.

Pero decir sujeto de la representación significante no implica que tal representación sea efectiva. Si un significante no se define a sí mismo, sino que requiere de otro y este de otro, tendríamos el infinito de la representación lo que impide capturar la identidad del sujeto, dicho de otra manera, no se puede capturar el ser del sujeto, este, como el deseo, se desliza metonímicamente. Entre un significante y otro hay un espacio vacío que podemos escribir, letra que designa el objeto del deseo y a su vez el ser del sujeto; por eso en el inicio Lacan define el deseo así: “el deseo es la metonimia del ser en el sujeto” (1959-1960, p. 32).

En su constitución, el sujeto se ve enfrentado al capricho del Otro que está velado para el sujeto porque el Otro no lo marca con signos claros. Es como si ante el Otro el sujeto tuviera como respuesta un signo de su propia abolición porque este no le da signos de lo que quiere, es decir, de su capricho. Lacan puede explicar como el inconsciente freudiano se instituye en el lugar del sujeto que está abolido en sí mismo. El inconsciente estructurado como un lenguaje es una construcción que intenta la representación del sujeto en una cadena, pero esto no es más que ficción porque el sujeto está abolido en sí mismo de dicha cadena. Es por eso por lo que el sujeto ante la falta de signo del Otro, es decir, ante su abolición, construye su fantasma y el síntoma en los significantes con los cuales se intenta hacer representar, pero, detrás de los cuales está desaparecido, emergiendo esa aparte desconocida de sí mismo como metáfora.

Entonces es la forma como se escribe la abolición del sujeto frente al objeto en el fantasma. Lacan empleará un término más radical para indicar la abolición del sujeto: Verwerfung.  Término que se traduce como rechazo o forclusión.  Si bien en el Seminario 3 La psicosis Lacan propone traducir Verwerfung por forclusión como uno de los tres mecanismos de respuesta del sujeto ante la castración, en lo que nos interesa, la acepción va más allá, es un mecanismo que opera sobre el sujeto, que está a la base de su constitución. Citemos a Lacan:

Aquí ustedes palpan – les hago notar de pasada- de una manera ejemplar, a la vez radical, y perfectamente accesible, una de las más eminentes formas de la función de esta Verwerfung. Como el corte es constitutivo del discurso y a la vez irremediablemente externo a éste, puede decirse que el sujeto, en la medida que se identifica con el corte, es Verworfen. A ello debe el hecho de percibirse como real. (1959-1960, 507).

El lenguaje y su organización en el discurso toma al sujeto constituyéndolo, pero dejando algo de sí mismo por fuera, algo que se capta como falta, un corte, un no-ser constitutivo. El sujeto se identifica a esta discordancia vital, que está en el más allá del principio del placer, que constituye la pulsión de muerte. Surge forcluido porque hay algo en el discurso que está a su vez forcluido, la respuesta del Otro a la pregunta, que vuoi? Es una afirmación muy fuerte, en la que Lacan nos presenta al sujeto más radicalmente borrado y por lo tanto no confundible con el sujeto de ninguna disciplina social o filosófica. Lo mismo encontramos en el Seminario 9 La identificación: “Decir que el sujeto se constituye primeramente como menos uno {-1} es algo en lo que pueden ver que efectivamente, como se puede esperar, es como verworfen que vamos a encontrarlo” (1961-1962, clase del 7 de marzo de 1962). Para su demostración, la topología del toro le será necesaria, con la cual mostrará que en las vueltas de la repetición del rasgo unario que van a constituir al sujeto, hay una que no se cuenta y que se escribe -1.

Recordemos que el rasgo unario es el significante de la identificación simbólica que se repite porque el sujeto intenta recuperar su unidad, ese significante que le da origen para un. Cada vuelta es una repetición del 1 del rasgo, sin embargo, quien repite se equivoca porque hay una vuelta que no cuenta y es la que da él mismo, esa vuelta es la que lo constituye como un -1

…lo inconsciente es que el sujeto rehúsa un cierto punto de saber; que el sujeto se designa al no saber de adrede; que el sujeto se instituye (…) que el sujeto se instituye de un significante rechazado, verworfen, de un significante del que nada se quiere saber (1964-1965, clase del 12 de mayo de 1965).

Aquí el asunto va más allá, va hasta el saber del que el sujeto mismo no quiere saber, eso que él no quiere saber es el significante que lo ha constituido pero que está forcluido, quedando el sujeto así mismo forcluido para el saber. Dicho significante está borrado, como la huella de Viernes (1958-1959, p. 95)[1].

Entonces decir que un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante implica que dicha representación tiene su especificidad porque lo que muestra no es un sentido, es decir que la representación no alude a un sentido, a poder positivizar lo que sería ese sujeto, sino que la especificidad de tal representación es que muestra un blanco, un agujero, un -1, una borradura, una tachadura.

Vistas las cosas así ¿de qué hablamos cuando decimos sujeto del inconsciente? Generalmente estamos haciendo referencia a una persona que no sabe de sí misma, a alguien que no sabe lo que hace, que es inconsciente; pero con este recorrido es claro que el sujeto del psicoanálisis es una deducción lógica que se hace en el recorrido de un análisis. Con el tema del sujeto y el goce Lacan va a introducir algo nuevo, se trata del individuo, con esto el significante hará signo del sujeto, lo que nos complica un poco más el asunto.

Sujeto del goce

Del sujeto de la representación significante con su concomitancia en el deseo, el goce nos obliga pasar a otra manera de verlo, se trata del parlêtre. Expresión que articula el primer sujeto, el de la representatividad al cuerpo marcado por significantes Uno ( ) venidos de la palabra del Otro, que no representan nada, sólo signan goce, son marcas de goce.

Ya en el seminario Aun, en la lección intitulada “A Jakobson” (1972-1973, p. 31 y ss.), Lacan había precisado que el sujeto no es el que piensa sino aquel a quien se le pide hablar libremente.  Pues justamente aquí va a tomar otra definición del significante como lo que permite corporeizar el cuerpo como sustancia gozante, es decir, el significante relacionado con el cuerpo y el goce, más allá de la función de representación.  El significante es “la causa del goce” (1972-1973, p. 33) y “se sitúa a nivel de la sustancia gozante” (1972-1973, p. 33). Pero no sólo es causa de goce, también es “lo que hace alto en el goce”. (1972-1973, p. 34). Así, la definición de significante como lo que represente a un sujeto para Otro significante es extendida al goce, pero no sin seguir sosteniendo el sujeto de la representación significante que, no olvidemos, es fallida.

Para articular el significante y el goce Lacan crea un nuevo término: lalengua en el Seminario El saber del psicoanalista (1971, p. 23), en el que dice que de ahora en adelante va a escribir lalangue, lalengua, para distinguirla del diccionario que contiene el sentido de las palabras. Justamente lo que quiere articular es el goce que introduce lalengua y su implicación en la interpretación que considerará el más allá del principio del placer que está en la repetición, igualmente lo que compete a la no proporción sexual.

Es en el seminario 20 Aun donde distingue lalengua del lenguaje; en ese sentido va a mostrar que lalengua a diferencia del lenguaje no sirve para comunicar, pero sí da cuenta del saber inconsciente que el parlêtre o ser que habla, no puede conocer. Lo llamará saber real por no tener acceso a otro significante con el cual hacer cadena. Es un saber que escapa al parlêtre, así lalengua es la llamada por él, materna, se refiere al primer baño del significante con el cual es recibido el sujeto por el Otro, generalmente la madre o quien funge como tal. Esta lalengua entonces se inscribe como un saber, pero no un saber que el parlêtre pueda enunciar, pero del que se sabe por los llamados efectos de lalengua que son afectos.

Estamos en otra perspectiva del sujeto, la que llamamos parlêtre. Si mencionamos los afectos, sabemos que estos se viven en el cuerpo, lo que nos permite pensar que, además del sujeto supuesto a la cadena, tenemos que considerar algo más, hay que adherir el cuerpo en la conceptualización del sujeto del psicoanálisis, el cuerpo al que los efectos de lalengua afecta.

En principio podemos decir que el sujeto se encuentra con el leguaje cuando hace su entrada en lo real, ahora diremos que con lo que se encuentra también es con lalengua que no es articulación significante, que son Unos separados, no articulados, no en relación.  Lo que viene después es que si “el lenguaje sin duda está hecho de lalengua” (1972-1973, p. 167) como afirma Lacan, ese lenguaje es una elucubración de saber, es un lenguaje siempre hipotético sobre lalengua. Pero si lalengua se define por ser unos que podemos escribir así: sin encadenamiento de sentido ¿por qué seguir afirmando que el inconsciente es lenguaje? Veamos qué dice Lacan en este seminario 20:

Mi hipótesis es que el individuo afectado de inconsciente es el mismo que hace lo que llamo sujeto de un significante. Lo enuncio con la fórmula mínima de que un significante representa un sujeto para otro significante. El significante en sí mismo no es definible más que como una diferencia con otro significante. La introducción de la diferencia como tal en el campo es lo que permite extraer de lalengua lo que toca al significante. (1972-1973, p. 171).

Lacan introduce la palabra individuo al que define como afectado por el inconsciente y nos dice que es lo que llama sujeto del significante ¿cuál sería el cambio además de enunciarlo como individuo? Pues que, si el significante se define por ser distinto de otros, cada significante es un uno, un , eso querría decir que el conjunto de significantes son los que constituyen lalengua, por eso la última afirmación del párrafo cobra sentido como lo que se buscaría en un análisis, la diferencia constitutiva.

Lalengua siempre es traumática para todos por ser portadora de sinsentido, responsable de un inconsciente real y de la corporeización del goce, lo que nos obliga a pensar el síntoma más allá de la metáfora. Así mismo nos confronta con otra manera de pensar el ser, distinta a la propuesta en el seminario 6 El deseo y su interpretación, donde lo había definido con relación con el deseo, aquí lo vincula con el goce del ser hablante, goce de la marca del significante en el cuerpo.

Vemos entonces que la expresión parlêtre reúne en sí misma, nociones tales como:  inconsciente, cuerpo, ser, goce, palabra, lalengua entre otras. “El parlêtre es una manera de expresar el inconsciente” (Lacan, 1974) dirá en su conferencia de prensa de octubre de 1974, así mismo se refiere a esta expresión en “Joyce el síntoma”: “De allí mi expresión parlêtre (hablaser), que sustituirá al INCS de Freud (inconsciente que se lee así): apártate de ahí para que yo me instale, pues” (1975, p. 591). Son las primeras veces que emplea este término articulado al inconsciente.

Entonces se trata del hombre, LOM dirá Lacan, que tiene un cuerpo aunado al sujeto de la representación, por eso “el inconsciente es un saber en tanto que hablado constituyente de LOM” (1975, p. 591) hablado con el cuerpo. Con la expresión parlêtre Lacan nos introduce en una clínica que no sólo se ocupa del deseo sino también del goce. Pero esto lo dice en un texto sobre Joyce, recordemos que es el autor que por su juego con la homofonía y la escritura de las palabras le permitirá a Lacan pensar una nueva manera de ver el sujeto del psicoanálisis, por intermedio del nudo borromeo con el cual escribirá las dimensiones que lo constituyen: real, simbólico e imaginario. Podemos decir que el parlêtre es el nudo mismo, es el anudamiento de RSI, de ahí que en el nudo Lacan sitúe los goces que competen al parlêtre.

Con la noción de parlêtre y el cuerpo hablante Lacan está introduciendo algo nuevo en la noción de inconsciente que Freud no consideró, puesto que para él el inconsciente estaba hecho de las representaciones reprimidas y los afectos quedaban sueltos prestos a ser vinculados con otras representaciones, recordemos las distintas manifestaciones que desprende de esto: la histeria, la obsesión, la fobia. Así Lacan introduce algo más que lo que Freud entregó, da sitial a los afectos, aquel que Freud relegó en su texto de la represión donde sostiene que lo único reprimido son los significantes, lo que lo llevó a hablar de representación inconsciente, noción que Lacan cuestionará:

Totalmente verdadero. Freud no tenía la menor idea de lo que Lacan se encontró chamuyando alrededor de esta cosa de la que nosotros tenemos la idea... Puedo hablar de mí en tercera persona. La idea de representación inconsciente es una idea totalmente vacía. Freud erraba por completo al apuntar al inconsciente. Antes que nada, es una abstracción (...) No se puede sugerir la idea de representación más que quitándole al real todo su peso concreto. La idea de representación inconsciente es una cosa loca; ahora bien, es así como Freud la aborda. Hay huellas muy tardías en sus escritos (Lacan, 1977, 26 de febrero de 1977)

Nos encontramos entonces con otro nivel del asunto, en cuanto a la clínica se refiere. La palabra de asociación libre transporta el goce fálico, el goce del sentido, el deseo que se desplaza metonímicamente, pero aquí estamos en el nivel del goce que se encarna en un cuerpo que habla. Este sujeto introduce otro gran tema, el de la clínica borromea, capítulo abierto para nuestra investigación.

 

Bibliografía

-Lacan J. (1953-1954). Seminario 1: Los escritos técnicos de Freud. Buenos Aires: Paidós, 1981.

-Lacan J. (1954-1955). Seminario 2: El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Buenos Aires, Paidós, 1983.

-Lacan, J (1958-1959). Seminario 6: El deseo y su interpretación. Buenos Aires: Paidós, 2014.

-Lacan J. (1960). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo. Escritos 2. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008, p.755-787.

-Lacan J. (1961-1962). Seminario 9: La identificación. Inédito.

-Lacan J. (1962). Posición del inconsciente. Escritos 2- Buenos Aires: Siglo XXI, 2008.

-Lacan J. (1964-1965). Seminario 12: Problemas cruciales del psicoanálisis. Inédito.

-Lacan J. (1971). Hablo a las paredes. Buenos Aires: Paidós, 2012.

-Lacan J. (1972-1973). Seminario 20: Aun. Buenos Aires: Paidós, 1981.

-Lacan J. (1974) Conferencia de prensa realizada el 29 de octubre de 1974 en el Centro Cultural francés en Roma. Actas de la Escuela Freudiana de París (AAVV). Barcelona: Petrel. España, 1980.

-Lacan J. (1975). Joyce el síntoma. Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós. 2012.

-Lacan, (1977). Propos sur l’hysterie. Intervención en Bruselas, el 26 de Febrero de 1977, publicada originalmente en Quarto (Suplemento belga de La lettre mensuelle de l’École de la cause freudienne, 1981, nº. 21, Traducción Ricardo Rodríguez Ponte.


[1] Apólogo extraído de Robinson Crusoe, que Lacan utiliza para ilustrar la borradura del sujeto. 


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